El pasado día 16 de septiembre de 2022 realizamos un viaje con nuestros consuegros Sergio y Silvia, que habían venido de Chile a ver a su hijo Sergio, Cristina -nuestra hija, y las nietas Amanda e Irene.
El viaje lo hicimos por tierras extremeñas, nuestra tierra,
Salimos de Jerez, a eso de las nueve de la mañana. Conducía yo el Q5. Primera parada en el Leo, zona del Culibrí. Tomar café. Ir a los aseos.
Reanudamos la marcha, ahora conduce Sergio. siguiente parada. la capital de Extremadura: Mérida (Emérita Augusta). De entrada visita al Anfiteatro y teatro romano. Nuestros consuegros quedaron maravillados con los restos romanos.
Hora de comer. Comimos en un restaurante el menú del día. No fue muy abundante la comida, pero el precio no fue muy elevado.
Por la tarde visitamos el templo de Diana, el puente romano y la alcazaba de la época almohade.
Reanudamos la marcha, en dirección a nuestro pueblo: Cilleros (Cáceres). Seguía conduciendo Sergio. Cuando salimos de la autovía, en Cañaveral, conduje yo. Al pasar por Coria, nos paramos para comprar alimentos en el Mercadona.
Ya tarde llegamos al pueblo. Despùes de aparcar el coche en el LLano (Plaza de la iglesia), pasé por la casa de mi cuñado Lorenzo, que nos obsequió con dos botellas de vino. Llegamos a casa de mi esposa Maripaz, Descansar, cena, rato de charla y a la cama.
Al día siguiente 17, visita al pueblo: plaza mayor (Plaza de San Blas): Ayuntamiento y Campanario (s. XVI), Casa Grande, Iglesia por fuera, porque estaba cerrada. Cementerio: visitamos las tumbas de nuestros padres, les pusimos unas velas. Junto a la tumba de mi padre había nacido una planta que tenía una flor preciosa. Cogimos semillas de la misma.
Fuimos a la plaza del Caño, donde nos tomamos unas cervezas en el bar que lleva la prima Maribel con sus hijos. Supimos que mi prima Gloria estaba en el pueblo y fuimos a verla. Estaban haciendo el prensado de las uvas, después de haber hecho la vendimia. Estuvimos allí. El primo Adelio me regaló una botella de vino.
A la hora de comer nos fuimos a Portugal, a Monfortiño, con intención de comer en el Campo de tiro, que nos habían dicho que había un restaurante muy bueno. Como no habíamos hecho reserva, no pudimos comer allí. Mi hijo Alberto nos indicó otro, por teléfono, y fuimos allí.
Comimos bacalao y pulpo. abundante cantidad. Comimos bien.
Por la tarde hicimos un recorrido por Portugal. Paramos en Peñas Albas,
pasamos por otros pueblos y salimos de Portugal por Valverde del Fresno.. seguimos hasta llegar a San Martín de Trevejo. Nos tomamos cervezas y refrescos en la plaza del pueblo, recorrimos algunas calles, todas rotuladas en la “fala mañega”,
Ya por la noche volvimos al pueblo.
El domingo, día 18, hicimos la ruta del Valle de la Vera. Lo principal de esta ruta fue la visita al monasterio de Yuste. Lugar donde fue a morir el rey Carlos I de España y emperador V de Alemania. Esta visita fue muy bonita, las habitaciones donde vivió el rey, sus vestimentas y utensilios, etc.
En cuacos de Yuste comimos en un restaurante: caldereta de cordero fue el plato principal.
Por la tarde seguimos ruta hasta llegar a Villanueva de la Vera. Pueblo también muy típico. Paramos en la plaza. No había nadie. todos los bares cerrados. En una calle aledaña encontramos uno abierto, pedimos agua, principalmente. Allí nos encontramos con una señora del pueblo vecino de Valverde de la Vera, que había ido andando, solamente para comprar tabaco. Era muy habladora. Cuando regresamos la llevamos en nuestro coche hasta su pueblo.
volvimos al pueblo. He de decir que la carretera de la Verfa tiene muchas curvas.
El lunes, día 19, hicimos la ruta hacia el norte. Subimos al Puerto de Perales y entramos en Castilla León. Dirección a Ciudad Rodrigo. Llovía. Tuvimos que emplear los paraguas cuando llegamos a esa ciudad, Como llovía nos metimos en la catedral, por la portada románica.
Había una misa cantada a la antigua, con algunos párrafos en latín. Cuando salimos ya había escampado, ya no llovía, Fuimos a la plaza y desde allí al que fue el colegio donde estudió Maripaz. Hacía más de 50 años que ella había salido del colegio. La monja de la portería nos atendió con mucha simpatía. Nos enseñó el patio, donde mi mujer encontró algunas diferencias que ya no estaban. No nos pudo enseñar las clases porque había alumnos en ese momento. Hablando con la monja que había llegado al colegio pocos años después que Maripaz lo dejara, recordaba a algunas de las profesoras que le habían dado clase.
Seguimos viaje hasta Salamanca. Llegamos al hotel que teníamos reservado. estaba junto a la Plaza Mayor de Salamanca. Después de aparcar el coche en la segunda planta de un garaje. Nos dispusimos a comer, que ya se iba haciendo tarde. Cerca del hotel comimos en la calle, bajo unas sombrillas. Comimos de menú. Ya no me acuerdo lo que comimos, solo que Silvia pidió churrasco y le pusieron un trozo de carne intercostal de vaca, más duro que una suela, que no nudo comer. (ella pensaba que churrasco era lo mismo que en chile, un buen filete de ternera hecho a la parrilla)
Por la tarde la dedicamos a hacer la visita a las zonas más representativas. Primero en la Plaza Anaya. le enseñé lo que era la Facultad de Filosofía y Letras, donde yo cursé el primer año de esa licenciatura.
Luego entramos en la catedral nueva y vieja. Un buen rato estuvimos allí. Mi consuegro haciendo videos de todas las maravillas que veía. Después de salir de las catedrales fuimos a ver la fachada de la Universidad,
De allí a la plaza Mayor, donde nos sablearon bien por unas cervezas.
Luego en la calle Toro, que ya es peatonal y comercial, las mujeres estuvieron viendo y comprando algunas cosas. Por la noche cenamos en la misma plaza del corrillo, donde teníamos el hotel. volvimos a comer del menú, que era lo que mejor nos resultaba porque entraban dos platos, postre y bebida.
Fuimos al hotel a dormir.
A la mañana siguiente, martes 20, cogimos el coche y emprendimos ruta por la autovía 66, camino de Plasencia. Conducía Sergio. Llegamos y, después de aparcar, fuimos a la plaza mayor, donde se celebraba el tradicional mercadillo, en el cual se venden productos propios de esa zona, como chorizos, quesos, pimentón de la Vera, frutas. etc. Las mujeres emplearon mucho tiempo en comprar. Maripaz compró: chorizos, pimentón y dos kilos de pimientos frescos de los que sacan el pimentón, con intención de ponerlos a secar, para luego utilizarlos en las comidas.
A la hora de comer comimos en un restaurante, allí mismo, en la plaza. también de menú. nos atendieron bien y pusieron buena comida.
Por la tarde, sobre las cuatro, visitamos en la catedral la exposición de las Edades del Hombre. Una exposición de arte sacro, que es itinerante y se hace en distintas catedrales. Hace muchos años ya había visto una exposición semejante en la catedral de León.
Muy interesante. ocupaba las dos catedrales: la nueva y la vieja. Arte de muchas parroquias de Extremadura.
Cuando ya estábamos a punto de terminar, me dí cuenta de que había perdido la gorra que me trajo mi nieta Amanda desde París. Pensé que tal vez me la había quedado en el restaurante. Salí un poquito antes que los demás y me dirigí al restaurante. Pregunté y, en efecto, un camarero me la trajo. Me alegré, porque le tengo mucho aprecio a esa gorra.
Cuando salimos nos dirigimos ya al pueblo, conducía yo. Cuando llegamos a Cilleros, como todavía era algo temprano, fuimos a la ermita de Navelonga, lugar donde Maripaz y yo nos casamos, el día 5 de enero de 1974. estuvimos un rato allí. Encendimos algunas velas y ya regresamos a casa para cenar y dormir.
Al día siguiente, miércoles 21. El viaje previsto era a Cáceres, capital. Aquella mañana Maripaz se levantó con dolor de lumbalgia, por lo que no nos pudo acompañar. Conduje yo el coche a Cáceres. Aparcamos, justamente frente a la que fue Escuela Normal, en la Avenida de la Montaña, donde yo había estudiado la carrera de magisterio. Creo que me hice una foto allí. ¡Qué recuerdos! El pasado año 2019, antes de la pandemia, celebramos, en Cáceres, el 50 aniversario de nuestra graduación como maestros (1969).

Desde allí fuimos caminando por Cánovas, pintores hasta la Plaza mayor y nos adentramos en el Cáceres monumental, Patrimonio de la Humanidad. Por el arco de la Estrella, dejamos la torre Bujaco a la izquierda, llegamos a la Plaza de la catedral. Entramos, pagando. Nos dieron un aparato que te va explicando punto punto todos los rincones más importante de la catedral. Cuando salimos de la catedral nos dirigimos hacia la plaza de San Jorge, pasando por el Palacio de los Golfines (hoy Diputación provincial).En la plaza San Jorge, subiendo las escalinatas, les enseñé a mis consuegros el lugar donde me examiné de ingreso de bachiller, que entonces era el instituto del Brocense, luego construyeron otro nuevo con el mismo nombre en la Plaza Colón, al final de la avenida de la Montaña.

Desde la plaza de San Jorge subimos hasta llegar al Museo Arqueológico. Nos dió tiempo a visitarlo. No solamente tiene salas de arqueología, desde los prehistóricos, romanos, visigodos, árabes; sino que también es museo etnográfico, con objetos típicos de Extremadura, vestimentas, útiles de labranza, había un carro de madera, como los que construía mi padre y sus hermanos: los carreteros. Una de las cosas que más nos llamó la atención fue el aljibe. Había también una sala con pinturas de arte moderno.
Después visitamos el barrio de la judería, que estaba por la parte de abajo del edificio del museo.
Comimos en la plaza. como siempre, de menú.
Después de comer recorrimos las murallas de Cáceres, luego subimos por la gran vía hacia San Juan y después, ya de camino hacia el coche, nos detuvimos a tomar un café en un kiosco del Paseo de Cánova
Luego hicimos el viaje, de nuevo, al pueblo.
El día 22, jueves, metimos en el coche todos los equipaje. Cerramos la casa del pueblo porque ya no íbamos a volver. la ruta diseñada era ir a Guadalupe -Trujillo. Llegamos a Guadalupe, sobre las trece horas. Nos dio tiempo a visitar la iglesia, En el altar mayor estaba la virgen de Guadalupe, patrona de Extremadura.
Después comimos de tapeo en la plaza. No resultó, pues era tan caro como comer de menú, pero menos cantidad y no entraba, por consiguiente, bebida y postre.
Por la tarde, a las cuatro conseguimos las entradas para visitar el monasterio. Una guía nos iba explicando sala por sala. No se podía visitar el camerino de la Virgen, porque desde la pandemia, está en el altar mayor. Pero el monasterio tiene gran cantidad de obras de arte. Muchos cuadros de Zurbarán.
Cuando salimos de esta visita ya nos fuimos a Trujillo, donde teníamos reservado un hotel para pasar la noche. Como llegamos bastante temprano todavía nos dio tiempo a visitar esta ciudad. Su plaza con la estatua del conquistador Pizarro.
Había en la plaza una exposición de litografías del museo del Prado, que yo ya había visto en la Plaza del arenal de Jerez, pero no la pudimos ver porque se inauguraba al día siguiente.
Y subimos hasta el castillo, allá en lo alto, con tan mala suerte que al llegar era la hora de cerrar. por lo tanto solo lo vimos por fuera.
Cuando bajamos nos dispusimos a cenar, allí mismo en la plaza. Como de costumbre comimos de menú. Aquí nos sirvieron un plato típico de la zona que se llamaba “muraga”. estaba muy buena. Consistía en carne de cerdo ibérico, que había estado macerada en aceite de oliva y luego se servía a la plancha.
El viernes 23, era ya el último día del viaje, desde Trujillo nos fuimos a Badajoz. Conducía yo. Pusimos en el maps de google del móvil la dirección de la Alcazaba y allí nos dirigimos. Cuando íbamos a subir al parkin de la Alcazaba la policía nos desvió, porque no se podía subir, había una celebración semejante a las de moros y cristianos que se celebran en otros sitios. Buscamos aparcamiento y lo hicimos en una calle que no era de zona azul. Caminamos unos quince minutos y llegamos a la Alcazaba. La recorrimos de rabo a cabo, es decir, todo su perímetro. Es muy grande y en su interior hay algunas facultades de la Universidad de Extremadura..
Después, algo cansados, nos sentamos en un bar de la plaza Alta que estaba allí mismo y comimos de menú. No muy buena comida.
Después de comer hicimos el viaje de regreso hacia Zafra para salir a la A66 . Aquí cogió el coche Sergio. En Zafra compramos agua y seguimos ruta. Paramos en el Leo, a tomar un café y ya no paramos hasta llegar a Jerez.
Fin del viaje. Todo bien.