Ya la creación de la mujer (G2 vv22 y 23) así lo evidencia: “de la costilla tomada del hombre, el Señor Dios formó a la mujer y se la presentó al hombre, el cual exclamó:
-Ésta si que es hueso de mis huesos y carne de mi carne, ésta será llamada hembra porque ha sido tomada del hombre”
La mujer así creada, es una pertenencia del hombre, es como una propiedad suya, porque, consiguientemente, ha nacido de él.
Estableciéndose, desde el principio, las bases de una sociedad patriarcal.
Más adelante, para minimizar todavía más a la mujer, se la culpa de “la muerte”, por haber degustado de la fruta prohibida y ofrecer la misma al hombre, que también la saboreó. El Dios Castigador llega a decirle: “Multiplicaré los trabajos de tus preñeces. Con dolor parirás a tus hijos; tu deseo te arrastrará hacia tu marido, que te dominará” (G3 v16)
El dominio del hombre sobre la mujer, no sólo es idea humana, sino voluntad divina.
De esta manera, la tradición cultural judeocristina hunde sus raíces en el concepto de desigualdad. La supremacía la ejerce el hombre, la mujer sólo sirve para la función reproductiva, cuidar a la prole y cocinar.
Esta concepción inicial será transmitida generación tras generación, por los muchos “voceros” que los siglos han tenido y que formaban lo que hoy conocemos como los “sacerdotes” de las muchas manifestaciones religiosas que en el mundo han existido, no sólo de la cultura y religión judeocristiana, sino casi todas las religiones.
En apoyatura esta idea: dominio del hombre sobre la mujer, en el Capítulo 5, donde se relacionan las distintas generaciones desde Adan hasta Noé, solamente se nombra, en cada generación, al varón primogénito. Sucesivamente va afirmando que cada uno: “engendró a”; nunca dice: “parió a”. Así: Adan, engendró a Set, Set engendró a Enós, Enós engendró a Quenan… de todos asevera también que engendraron otros hijos e hijas- pero éstos y éstas no cuentan-
Esta línea genealógica, por decirlo de alguna manera, era la línea buena, la de los hijos de Dios.
La otra línea, Capítulo 4, la de los descendientes de Cain, sería la línea mala, la de los hijos del hombre. En esta línea encontramos al primer polígamo, Lamed, descendiente de Cain (G4 v19) que tuvo dos mujeres: Ada y Sila.
Pero las hijas de los hombres eran hermosas. (G6 v2) “los hijos de Dios vieron que las hijas de los hombres eran hermosas, y tomaron por esposas las que más le gustaron”… (v4) “cuando los hijos de Dios se unieron a las hijas de los hombres, y ellas les daban hijos. Éstos eran los héroes de antaño, hombres famosos” (algo así como semidioses. Hércules, por ejemplo)
Y retornando a la desigualdad: “tomaron por esposas las que más le gustaron”. Indicativo de que la única cualidad que buscaron los hijos de Dios en la mujeres hijas de los hombres fue su hermosura, ninguna otra. No interesaba que fueran inteligentes, sino guapas.
La poligamia, existente en aquel tiempo, origina situaciones de mucha agresividad, porque al disponer un hombre de varias mujeres, obviamente habrá otros hombres que no tengan ninguna, lo cual genera en los jóvenes solteros el deseo de conseguir mujeres, de la manera que sea.
Ilustra este razonamiento G34 “Dina, ultrajada”, cómo a raíz de la violación de esta hija de Jacob, sus hermanos se vengan, con engaño y crueldad, matando a todos los varones de la ciudad de Siquén, saqueándola y llevándose a sus niños y sus mujeres.
Avanzando en el Génesis, ya pasado el diluvio de Noé, adentrados en el capítulo 12, vv 10 al 20. “Abrán en Egipto”. Se intuye aquí una historia de infidelidad por parte de la mujer de Abrán, Saray que era muy hermosa, y el faraón, la tomó por mujer, engañado de que se trataba de la hermana de Abrán, éste obtuvo de faraón muchas riquezas. Entonces el señor castigó con plagas a Egipto, y el faraón mandó a Abrán con su mujer y todos los suyos se marcharan de Egipto.
Por lo que fuera, tal vez resentido, por lo que yo creo que se trató de una infidelidad, Abrán no llegó a tener descendencia con Saray, y ésta llegó a quedarse estéril por la edad. Pero sí que tuvo descendencia con una esclava de Saray, (cap. 16) llamada Agar. Con ella tuvo a Ismael (el padre de doce jefes de tribus, que luego serían los árabes).
Posteriormente, ya cuando están viejos, y Dios hace un pacto con Abrán, que se empezará a llamar Abrahán, y Saray, Sara, ésta, milagrosamente, parirá un hijo de Abrahán, llamado Isaac.
Otro pasaje, donde se evidencia la poca importancia de la mujer, lo encontramos en C19 vv 5 al 8. Lot, sobrino de Abrahán, habita en Sodoma, antes de su destrucción, dos ángeles, disfrazados de hombres, se hospedan en su casa. Los sodomitas, quieren sodomizar a los dos forasteros. (abusar de ellos)
“¿Dónde están esos hombres que han venido a tu casa esta noche? Sácanoslo para que abusemos de ellos. Lot salió, cerró la puerta y les dijo:
-Hermanos mío, os suplico que no cometáis tal maldad. Escuchad, yo tengo dos hijas vírgenes; os las voy a sacar fuera, y haced con ellas lo que queráis, pero no hagáis nada a estos hombres, puesto que han entrado a la sombra de mi tejado”
Una cuestión a comentar: la virginidad de las hijas tienen menor valor que el principio de la hospitalidad.
La mujer de Lot, por curiosa, se convirtió en estatua de sal, cuando la destrucción de Sodoma.
Incesto: G19 vv 30 -38. Me cuesta creer que el episodio del doble incesto, de Lot con sus dos hijas ocurriera tal como se cuenta en estos vv. El incesto –que en todas las culturas es visto como tabú- ocurrió a instancias de las hijas, no del padre, que estaba sin mujer. Teniendo en cuanta que el padre, estaba dispuesto a ceder a sus hijas a los sodomitas.
Sin olvidar la nula capacidad de decisión que, por entonces, tenían las mujeres. Creo que, en este pasaje, haya cierta manipulación de la posible verdad, porque parece, que aquí, el Libro Sagrado, vuelve a castigar a las mujeres: al culpar a las hijas del incesto, emborrachando a su padre para que ocurriera.
En un par de ocasiones Abrahán hace pasar a su esposa Sara por su hermana, y en el Capítulo 20, v12, dice “además es verdad que ella también es mi hermana, hija de mi padre, pero no de mi madre, y ahora es mi mujer” (es decir, era su media-hermana: hermanastra.)
Endogamia: Rebeca, la que será mujer de Isaac, era hija de Betuel, primo hermano suyo, puesto que Betuel era hijo de Najor, hermano de Abrahán. Rebeca, en la línea de parentesco es sobrina de Isaac. Curiosidad es que a Rebeca se le pregunte si desea o no ir con el criado de Abrahán a desposarse, en tierra extraña, con Isaac, y ésta aceptara. Curioso por el hecho de consultarle, porque se tuvo en cuenta su opinión, opinión de mujer. (G24 v58).
Isaac y Rebeca tuvieron gemelos: Esaú (primogénito) y Jacob
Aunque fue Jacob, con el engaño que hizo a su padre, el que recibió la bendición de Isaac, y es el continuador de la línea de los protegidos por Dios, y padre de las doce tribus de Israel. (Que ese fue el nombre que le dio Dios a Jacob,)
Más endogamia y poligamia: Jacob se unió –primero engañado- con Lía y luego, ya por amor, con Raquel, ambas eran primas suyas, pues eran hijas de Labán, hermano de su madre Rebeca. Jacob, entre sus dos esposas y las esclavas de sus esposas tuvo un total de doce hijos y algunas hijas, de las que solo se nombra a una llamada Dina. (la que fue violada)
Sabemos actualmente que los matrimonios endogámicos producen descendencias con taras físicas o psíquicas. Sería entendible que muchos descendientes de estos cruces endogámicos, sufrieran la alteración del ADN de sus cromosomas, debido a la consanguinidad. Aunque el Génesis no hace alusión a ningún caso, tal vez estuvieran a cubierto bajo el paraguas protector de la divinidad.
Otro episodio durísimo, donde no se respeta ni la vida de la mujer, es el siguiente: Tamar, viuda y nuera de Judá (hijo de Jacob) se queda embrazada. Expresión de Judá cuando tiene conocimiento del embarazo de su nuera: “Que sea sacada y quemada” (G38 v24). Es decir, no importa la vida de la mujer, ante el deshonor.
La viuda debía esperar hasta que otro hijo de Judá se hiciera mayor para desposarla. (Resultó que se embarazó del mismo Judá, haciéndose pasar por prostituta,-nueva culpa a la mujer-, al menos, así lo narra el Génesis)
Con estos antecedentes de siglos y siglos de desigualdad, en nuestra cultura occidental, aunque también en otras culturas, como la oriental, es difícil que en el siglo XXI, tercer Milenio de la cristiandad, llegar a una verdadera igualdad hombre, mujer. Aunque se estén dando pasos en esa dirección, queda mucho terreno por caminar. No obstante, “caminando, se hace camino”.
En España, en este se sentido, se han dictados leyes orgánicas. LO 3/2007, de Igualdad. Y la LO 1/2004 de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género. Pero, a pesar de todo, estremece, la cantidad de mujeres que son víctimas de la llamada “violencia de género”, y mueren a manos de sus maridos o parejas. Inaudito que esto ocurra en los tiempos actuales, cuando ya, a través de una educación igualitaria para todos y todas, se está tratando de enseñar a estas últimas generaciones de la sociedad occidental, el concepto igualitario entre hombre y mujer, y la superación del arcaico atavismo tradicional.