Pronunciada por el Profesor “S”, de la prestigiosa Universidad EAFIT
Ayer, día 24 de marzo de 2010, asistí a una Conferencia, en el Campus de Jerez, sobre la situación del Derecho Penal en Colombia, del profesor S (omito su nombre deliberadamente), en la cual analizaba los altos índices de criminalidad en su país, así como la ineficacia del sistema penal y judicial.
Daba abundantes razones de ello.
Entre la principal, es que se trata un país envuelto en un conflicto armado entre Estado, guerrilla, paramilitares, y completan el trío, los narcotraficantes.
Aparte del contenido esencial de la Conferencia, cuyo resumen tengo preparado como trabajo en la asignatura de Derecho Penal, me llamó poderosamente la atención, una pregunta que se le formuló al finalizar, y que estaba referida a los “paramilitares”.
La contestó manifestando que formaban un grupo armado de extrema derecha, que en un principio fueron financiados e incluso entrenados por militares del vecino poderoso del Norte, para evitar que en Colombia crecieran movimientos izquierdistas, como los sandinistas de Nicaragua. También encontraron apoyo en los grandes terratenientes, incluso contaron con la permisión del propio Estado colombiano, pero luego, su escalada criminal llegó a tal situación, que el propio Estado se fue distanciando y comenzó también a perseguirlos.
Lo curioso, es que, el Estado, para intentar poner fin a tanta masacre, propuso a las partes contendientes una ley, parecida a las de “punto final”, que la llamó “de Justicia y Paz”.
Pero los miembros de la guerrilla, no se sumaron a esta propuesta. Sí lo hicieron los paramilitares, no de forma colectiva, sino de forma individual, de tal manera, que aquellos que no contaban con delitos graves, eran amnistiados, los que si tenían a sus espaldas graves crímenes, a veces miles de asesinatos, los confesaban a la fiscalía, y como mucho, le caían sietes años de prisión.
Ocurrió que los jefes más sanguinarios fueron los que se acogieron a estas buenas ventajas penales, saliéndose de la banda, pero los paramilitares no desaparecieron, porque su estructura quedó intacta, sólo tuvieron que relevar a los que se salieron.
Por eso las cosas siguen igual.
Escribo estas notas con la esperanza de que ese país hermano adquiera mayores cuotas de democratización y termine de una vez con la violencia. Será un bien para todos los colombianos.
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